Zamba soltera
Con el corazón amanecido
sobre el tiempo derrumbado
de su añosa soledad.
Pobrecita la Inecita,
tiende ancho y duerme solita.
Sus manos van
al gobelino bordado.
Viven en sus sueños los recuerdos
que adornaban de caricias
en pos de su mocedad.
Pobrecita la Inecita,
tiende ancho y duerme solita.
Sus penas van
persiguiéndolo al olvido.
Llegan los grises retratos
con la lluvia invernal
y a su espejo azul cubrirán
por no verse llorando.
Pobrecita la Inecita,
tiende ancho y duerme solita.
Guarda en su misal una flor mustia
que eterniza aquel instante
lejano y sentimental.
Pobrecita la Inecita,
tiende ancho y duerme solita.
Sus ojos van
rastreando huellas del alma.
Siempre está buscando entre sus cosas
esos pequeños testigos
de amor que nunca fue.
Pobrecita la Inecita,
tiende ancho y duerme solita.
Su sombra va
buscando el tiempo en el tiempo.
Autor(es): Gustavo Cuchi Leguizamón