La tameña
Cogollitos amarillos
sobre un verde de pichana;
prepárate, corazón,
que vamos llegando a Tama.
Desvelado anda en la noche,
por ese pago llanero,
aquel amor corajudo
de la victoria, Romero.
Como guardia silenciosa
de montoneras riojanas,
forman filas en la plaza
los tamarindos de Tama.
Cuando vayas por los llanos,
hacete amigo del viento;
que te cuente las historias
que se fue llevando el tiempo.
A la niña de La Brea,
enamorada del tala,
quiero dejarle esta zamba,
para Rosario de Tama.
Autor(es): Ramón Navarro