Quien te ha visto no te olvida


Una ranchera de tardecita
cuando se agita el trebolar
la paisanita de estos lugares
con voz muy suave suele entonar.
De su corpiño el olor a azahares
y de su boca un ceibo en flor
y el balanceo de sus caderas
siguiendo el ritmo de la canción.

Se llena el aire de su fragancia
y la peonada muere de amor
y ella orgullosa y con arrogancia
no da esperanza ni dice: no.
¡Ay¡ quién pudiera robarle un beso
y en el oido sentir su voz
y ser su dueño, y como en un sueño
en un ranchito vivir los dos.

Con su música que aroma
las reuniones del gauchaje,
más criolla que pan de grasa
o gajito de cedrón,
mitad gringa, mitad criolla,
la ranchera es un encaje,
la ranchera es tradición.

Una paisana, de tardecita,
cuando la tarde cayendo va,
mientras espera en la tranquera,
la rancherita suele cantar.
Y flota al viento su pelo negro
y hay en su pecho un huerto en flor
huele en el aire la primavera
que en su perfume anuncia el amor.


Autor(es): Julia Elena Dávalos

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