Trago de sombra
Pídele al viento firmeza
y al río que vuelva atrás.
No me pidas que me quede,
si toda mi vida contigo se va.
Llora en la tarde el lucero;
hiere el silencio sin fin.
Por los profundos sauzales
desangra llorando su canto el crespín.
Yo te pido que nunca me tengas piedad:
envenename de amor.
Dame a beber de tus ojos
dos tragos de sombra de tu corazón.
Cuando me voy de tu lado,
crece, en la ausencia, el amor
y en la distancia comprendo,
no tiene sentido la vida sin vos.
Y si me miro en tus ojos,
siento en el alma crecer
una frescura de trébol,
que moja el rocío del amanecer.
Autor(es): Jaime Dávalos, Eduardo Falú