Del carpintero
Carpintero de mi tierra,
salteño trabajador,
que con el alma contenta,
cualquier herramienta
te rinde mejor.
Huelen a cedro sus manos
y a roble su corazón.
Siempre la misma tarea:
golpea y golpea
martillo y formón.
Carpintero: lindo oficio;
¿quién lo pudiera aprender?
Déjeme, maestro, que cante
lo noble y fragante,
que hay en su taller.
Quiero ensamblar esta zamba,
a fuerza de garlopín
y una vez que esté pulida,
que tenga la vida
del bilabarquín.
Si en una tarde cualquiera,
cansado de trabajar,
deja la changa y agarra
su vieja guitarra
y se pone a cantar.
Autor(es): José Ríos, José Gutiérrez