Pobre Pando
En un chalet, lindo y sonriente
muy cerca de la Capital
compartían sus horas felices
María Poey y el doctor Carlos Ray.
Pero un día la mala suerte
una tragedia les brindó
al doctor se lo llevó la muerte
y la Poey la cárcel pisó.
Pobre Carlos, María decía,
mientras Facio la culpaba criminal,
con cianuro, lo ha envenenado,
decía Pando, con tranquilidad bestial.
Pobre Pando, pobre Pando,
en ciudad de Cochinchina se graduó
y de sabio, y de sabio
la “pulenta” por cianuro
confundió.
Autor(es): Enrique De Lorenzo