Milonga para Fiore
En la cruz de cuatro esquinas
un tango crucificado
sopla vientos de recuerdo
y está un romance evocando.
Con cosas de Buenos Aires,
lunas, repechos y charcos;
donde el silbo cadenero
arrastra tirando un carro
que viene de cualquier parte
y que va pa’ cualquier lado.
Orlando Goñi le grita
desde la bruma de un piano:
—¡Vení Francisco, que ahora,
sos vos el que paga el gasto!—,
y vuelven horas lejanas,
y es el mismo Tibidabo,
y está Pichuco en tus cosas,
y están hablando despacio
los duendes que hay en la noche,
cuando es Dios quien copa el mazo.
¡Vení Fiore! —llama lejos
Celedonio, el del estaño—,
y Gardel va por Corrientes
y Cobián por Talcahuano;
y Homero Manzi, esta vez,
quiere escucharte aquel tango
que te raspa la garganta
de puro triste y tirado,
cuando se van las luciérnagas
y el alba se viene al paso.
Tu nombre de cosas simples
tiene en las cosas sus espacio;
ya no podrá enmudecerse
tu voz con el tiempo amargo...
y por calles de añoranza
volverá siempre a este pago
que sabe de nuestras penas,
donde hay esquinas y estaños,
y escrito con “Tinta roja”
está tu nombre... muchacho...
Autor(es): Cátulo Castillo, Daniel Lomuto