Déjame llorar hermano
Déjame llorar un rato
para poder desahogarme,
porque si no va a matarme
la fuerza de este dolor.
Déjame llorar, hermano,
para quitarme las penas
y así romper las cadenas
que me ligan a su amor.
Vos sabés lo que yo hice por ella,
vos sabés que al venirte conmigo
no tenía alimentos ni abrigo
y su frío y su hambre maté…
Vos sabés que mi madre se opuso
presintiendo lo que hoy ha pasado
y que yo, por su amor embriagado,
a mi pobre viejita dejé.
Dejá llorar mi desgracia
por la traición de esa ingrata
que me abandona, me mata,
y la lleve no sé quién…
Déjame llorar ahora
que pronto quizás sonría
cuando, al fin, la suerte mía
le toque al otro también.
Autor(es): Francisco Bastardi, Anselmo Aieta