Señora justicia


En esta carta le pido
que el peso de su balanza,
se incline hacia la esperanza
de los pobres en olvido.
Cumpla usted su cometido
cuando se ganan el pan,
que no sometan su afán
al patrón y su codicia
y no resulte propicia
la indiferencia en tal plan.

Señora usted que maneja
el poder y su medida,
sea la antorcha encendida
del anciano que se queja.
Pues la energía lo deja
y se torna desvalido,
su equidad tendrá sentido
si se cumplen sus derechos,
ratificando en los hechos
el consuelo prometido.

Señora quisiera verla
alguna vez en función;
juzgando la corrupción
así podré comprenderla.
Yo no quiero conmoverla
con mis reclamos sociales
pero son tantos los males
que aquejan a mis hermanos,
que sólo en suelos lejanos
concretan sus ideales.

Me gustaría escucharla
en una respuesta clara,
que al surgir justificara
el deseo de admirarla.
Mi voz no quiere juzgarla
pero la verdad me asiste,
mi razón también insiste
para que busque su ayuda,
no quiero creer que es muda
ni comprobar que no existe.


Autor(es): Norma Montenegro, Mónica Cervera