Langosta


Una noche muy cruda de invierno
a Langosta lo vieron pasar
con un traje marrón entallado
y una saga tristeza al mirar.
Con el pucho apagado en la boca
recostóse el malevo a pensar
en quién sabe qué cosas tan locas
que a veces los chicos lo vieron llorar.

Las viejas decían: "Son cosas de amor
que tarde o temprano se habrán de saber".
Y cuentan que un día lo vieron volver
diciendo, borracho, con hondo rencor:
"Tal vez algún día terminen de hablar
que para ese ejemplo me tengo yo fe...
Yo tengo el remedio que no ha de fallar..."
Dio un beso al cuchillo y cantando se fue.

"Que soy malo murmura la gente,
que a llamarme Langosta llegó;
que jamás me encontraron sonriente
y que miro con rabia y rencor...
¡Yo no puedo mirar de otro modo
ni es posible esconder lo que soy!...
Desgraciarme no quiero del todo...
Por eso me callo, suspiro y me voy..."

Una noche después de algún tiempo
a Langosta lo vieron venir
con un brillo fugaz en los ojos
y una mueca feroz al reír...
Al llegar a la esquina en que siempre
recostóse el malevo a pensar,
arrojando a la calle el cuchillo,
besando un retrato se puso a llorar...


Autor(es): Juan Andrés Bruno, Juan de Dios Filiberto