Media noche
Medianoche, ya ninguno
se ve de la barra mía,
para darme una alegría
o el flechazo de un dolor.
Si parece que hasta saben
que, además de la cerveza,
me encurdela la tristeza
de un amargo sinsabor.
Y si no vienen,
nada me importa,
lo mismo me sé encontrar,
que los amigos,
como los jueces,
han nacido pa’ fallar...
Porque esta pena que encurdo
y engarzan dos ojos negros,
me la ha "clavao" uno de ellos
como un cuchillo al besar.
Clavada está, mas si vive,
como emparchada aquí dentro,
no he de salir de este centro
hasta encontrar al traidor.
Para que allá, sin testigos
ni enfocada luminosa,
se arreglen lindas las cosas
sin haber un batidor.
Donde la vida juegan los hombres
que un rencor ha separao,
y sobre el cuerpo rojiteñido
del primer ensangrentao.
Hacen nido los hachazos
cuando no la puñalada,
que una mina malchalada
con su traición lo ha besao.
Autor(es): Eduardo Escaris Méndez, Alberto Tavarozzi