La rodada
Declinó la tarde
y en el campo raso
que el chajá vigila
con ese celo que es una consigna,
hizo pie la noche,
que en su intenso duelo,
"traiba", parecía,
no sé que misterio
que en temblar me daba,
y hasta tuve miedo.
Miedo de que fuese
no el puñal del maula
que en las sombras hiere,
ni el rugir del puma,
ni el grito salvaje
del malón que vuelve.
Sino tu "ricuerdo",
tu "ricuerdo" Rosa,
que ha "vichao" del alma
y "afiebrao" me tiene...
¡Ay!, si yo pudiera
sanar de las piernas
y montar el zaino
pa’ seguir tu huella.
Te juro que el maula
que se armó en la penca
de mi mala estrella,
no iba a andar tan suelto,
con la cincha floja
en terreno liso,
sobaqueando yeguas.
Maldita rodada...
Y hasta ruin el zoco
que quebró mis piernas...
¡Fuera! ¡Fuera los recuerdos!
¡Fuera sombras maulas!
¡Fuera noche perra!
Cierrenmé la puerta
con tranca y cerrojo
y atenmé los ojos,
que no quiero verla.
Autor(es): Eduardo Escaris Méndez, Eduardo Bonessi