Manos frías
Y fue su amor, como una flor del infortunio;
lo acaricié bajo la luz del plenilunio
y junto a él me conmoví lleno de fe
y hasta lloré... no sé por qué, pero lloré...
Soñé un querer en su mirar, y sin embargo
tan solo vi desilusión y nada más;
mendrugo cruel que saboreé duro y amargo
por el camino largo de la fatalidad.
Falso gesto de piedad le vi esgrimir;
pues viéndome sufrir besó mi faz
mas sus labios, habituados a engañar
como sus manos frías, me hicieron tiritar...
En la nieve tan glacial en que me vi
rodó mi corazón, como un balón
y me entró como un deseo de morir,
mas recordé a mi madre y no la quise afligir.
¡Cuánto luché con ése amor para ganarlo!
¡Misterio cruel que intento aún adivinarlo,
pues yo, jamás logré sondear su corazón
en el sentir y palpitar de su pasión!...
¡Qué iluso fui, cuando creí que no mentía
aquél amor; que no era amor en realidad;
sombría luz que al envolver la vida mía
dispuso la agonía de mi felicidad.
Autor(es): Francisco Brancatti, Gabriel Clausi