Milonga para una tarde de domingo


Mirándome mirarla muere la tarde... domingo.
Ventana que fue hoguera, azul de sombras... silencio
Mirándome esperarte pasan los trenes, me miran
con esos ojos ciegos de los que no ven...

La bruma se ajirona y vuelve en un eco partido,
el gol ya se ha dormido, ya no hay gargantas...
Oliéndome dejar de esperarte, los gatos
me acarician las manos... y el mate, mudo...

Mirándome mirarla muere la tarde, domingo...
Mirándome mirarla muere la tarde...

Un árbol se desnuda, no hay más testigo que la vereda...
No guarda ni el pudor de aquella hoja que rueda
y encuentra mi pisada urgente, hambrienta,
que, sin brújula, busca un rayo violeta.

Más que sola he salido. La calle, más que desierta.
No hay sueños por soñar, si ni la muerte parece muerta.
La tarde se resigna a deslizarse...
los parques están secos, ya no hay ciudades... ni esta.

Mirándome mirarla muere la tarde, domingo...
Mirándome mirarla muere la tarde...
Mirándome mirarla...


Autor(es): Marcela Bublik, Carlos Olano