Por un tango
¡Oh! mujer, que te fuiste llevando
la ilusión de unas horas felices,
por un tango de suaves matices
que al son de una orquesta
sonora, vibró...
Yo que vi tu existencia alejada
de las viles ruindades del fango,
hoy maldigo los sones del tango
que pudo inducirte a tan cruel acción.
No he de pedirte que vuelvas,
ni quiero que en tu abandono
sepas que hasta sin encono
te he sabido perdonar...
Mas no por esa indulgencia
de mi proceder te asombres,
porque yo soy de esos hombres
que se saben resignar.
Cuando sea de tu vida agotada
por el vicio fatal y traidor,
como enferma mendiga, mi amor,
vendrás implorando como caridad.
Pero es tarde, no tienes remedio,
yo no puedo vivir sin quererte,
tú has cambiado mi plácida suerte
y, altivo, la muerte prefiero afrontar.
Te alejaste presurosa,
desoyendo, en las delicias
de tus ardientes caricias,
emblema de paz y amor.
Y hoy, que no siento tus besos
de sentir enamorada,
como en tu vida pasada
los ayes de mi dolor.
Autor(es): Guillermo Barbieri