Milonguera


Porque ella quiere milonga,
se va a quedar aguardando
el abrazo de ese ritmo,
que le cura sus fracasos;

la bronca de un tiempo pobre,
las marcas de un barrio macho,
donde la mujer es manta
que se cambia a cada rato.

Y mientras baila milonga,
sus crueles miedos la dejan, sí,
y pierde, en giros, su gesto
de siempre bajar cabeza;

y sabe que, poco a poco,
se atreverá hasta la puerta,
para alejarse, algún día,
por misteriosas veredas.

Y lentamente se acerca,
con coraje va llegando,
al instante de ese duelo
con sus fantasmas de antaño.

Se para, erguida, en la pista,
se entrega, entera, a otros brazos, sí,
y a ese ritmo que la ciñe,
en el brillo de sus pasos;

con la milonga ella siente
que está quebrando un pasado
y corta lazos y penas...
con el filo de su taco.


Autor(es): Adela Balbín, José Ogivieki