Siempre te recuerdo


¡No vuelve a despertar
la dicha milagrosa que palpé!...
Yo siempre te recuerdo sin cesar
mas nunca imaginé
¡que pude tu traición llorar!...
Tu imagen vive en mí
y en las noches infaustas del dolor,
gimiendo, sin alivio
tu semblante níveo
viene ante mis ojos,
y al ver los despojos
de mis ilusiones,
sólo en oraciones
le canto al amor...

¡Te confieso
que arden en mis labios
tus últimos besos!...
¡Y el martirio, mujer,
se reveló mortal,
pues, tengo que caer
bajo este mal!...
¡Si volvieras
con la primavera
de tu viejo amor,
serías mi sostén
y besaría, dulce bien
¡tu boca sin rencor!...

Te quiero olvidar
y siempre te recuerdo,
y cual un imán
¡me atrae la pasión!...
¡Si busco reír
te juro que me pierdo,
en el hondo mar
de la meditación!...
Y es que no puede el olvido
con mi angustia pertinaz,
falta calor en mi nido
princesita cruel...
¡Devuélveme la paz!...


Autor(es): Francisco Brancatti, José Mocciola