Milonga de Jacinto Arana
Cuando el pincel de la tarde pintaba el cielo naranja
montado en su zaino overo, con sus perros, su majada,
volvía a su humilde rancho el gaucho Jacinto Arana.
Sabía que en alero su Matilde lo esperaba
pa’ alcanzarle un cimarrón antes que desensillara
mientras sus cuatro cachorros, por el campo retozaban.
Y así él era feliz, aunque no tenía nada
sólo tenía su familia, sus animales, su espalda
y esas dos callosas manos que pa’ cinchar le alcanzaban.
Pero el viento del destino sopló muy fuerte una tarde,
su Matilde le arrancó, su vida no fue la de antes,
ya nadie bajo el alero habrá de alcanzarle un mate.
Busco a sus hijos pero ellos ya tenían sus querencias
los amigos no entendieron, nadie notó su tristeza
y solo, cansado y viejo, lloró en silencio sus penas.
¡Qué me queda de esta vida!, pensó don Jacinto Arana,
ya no tengo a mi Patrona, ni a mis hijos, ni majada
¡si cuando el Señor me llame me iré pa’l cielo sin nada!
No quiero cansarlos más,
contándole tantas cosas
pero amigos sépanlo
les he relatao mi historia.
Autor(es): José Surachi