Milonga fina
Te declaraste Milonga fina
cuando dejaste el arrabal,
el traje mishio de percalina
y la puntilla del delantal.
El moño rojo, que te ponías,
tan paradito... tan coquetón...
y aquello mozos que te traías
cuando salías a patacón.
Yo no lucís tu silueta
de pebeta de arrabal
y dejaste la querencia,
pobrecita, por tu mal.
Ya no pasás tentadora
camino del almacén,
y un pobre mozo te llora
solamente por tu bien.
Ya no te ronda la mishiadura
hoy por las calles triunfal pasás.
Con un poquito más de amargura
que con tu risa disimulás.
Para engrupirte, para olvidarte,
por todo aquello que ya pasó.
Y aquel mocito que por llorarte,
un día triste, pobre murió.
Te declaraste Milonga fina
cuando te fuiste con aquel gil,
que te engrupía con cocaína
y te llevaba al Armenonvil,
donde al compás de un tango canero,
ibas perdiendo la realidad,
y los chamuyos de un milonguero
te pervirtieron, con su maldad.
Autor(es): Celedonio Flores, José Servidio