Por qué no has venido


Te estuve esperando... ¿Por qué no has venido
a verme, sabiendo que me hallo tan mal?
Mi madre tan buena, tan santa, ha querido
traerme unas rosas de tu rosedal.
No sabes, mi vida, el bien que me hiciste.
Mis cruentos dolores calmarlos sentí...
De pronto, mi madre se puso muy triste...
¿Por qué no has venido a verme? Decí...

Le pregunté a mi madre si algo te acontecía.
La pobre, con ternura, me contesto que no
y entresacó del pecho una fotografía...
Era el retrato mío... El que te ofrecí yo...
Cruzaron por mi mente recuerdos en bandadas...
Cariños, alegrías... Todo perderlo ví...
De angustia, sobre el lecho, tus rosas encarnadas
lloraban con mi madre de pena, junto a mí.

Yo sé —lo comprendo—que estoy desahuciado,
que no hay esperanzas... Tené compasión...
Quizá cuando vengas habré terminado,
llevando tu imagen en mi corazón.

La gente comenta que, cuando aclaraba,
la muerte implacable llevándose fue
los últimos restos de quien exclamaba:
¿Por qué no has venido? Decime, ¿por qué?


Autor(es): Julio Navarrine, Pedro Maffia