Tarde gris


Pese al dolor vengo a verte.
Lo supe ayer que te hallabas tan mal.
Yo que juré odiarte hasta la muerte
no pude más y vine al hospital.
Por todo el mal que me has hecho
quise cobrar este amargo rencor,
pero después sentí dentro del pecho
mi corazón latir con santo amor.

¿Por qué llorás? ¿Acaso mi presencia
en este instante a vos también te apena?
¿O al recordar tu vida sin esencia
te arrepentiste y hoy querés ser buena?
La tarde gris, tan gris como mi pena,
acompañó mi quebranto por tu herida,
porque tus besos trajeron a mi vida
la dicha de soñar y el ansia de vivir.

No vine aquí a reprocharte...
Todo pasó... y prefiero olvidar...
Lo quiere Dios que vuelva a perdonarte
y que otra vez volvamos a empezar.
Cuando se curen tus males
mi corazón volverá a despertar.
Retornarán los mansos manantiales
y como ayer tendremos un hogar.


Autor(es): Luis Rubistein, Juan Bautista Guido