La gayola
¡No te asustes ni me huyas!... No he venido pa' vengarme
si mañana, justamente, yo me voy pa' no volver...
He venido a despedirme y el gustazo quiero darme
de mirarte frente a frente y en tus ojos contemplarme,
silenciosa, largamente, como me miraba ayer...
He venido pa'que juntos recordemos el pasado
como dos buenos amigos que hace rato no se ven;
a acordarme de aquel tiempo en que yo era un hombre honrado
y el cariño de mi madre era un poncho que había echado
sobre mi alma noble y buena contra el frío del desdén.
Una noche fue la muerte quien vistió mi alma de duelo
a mi tierna madrecita la llamó a su lado Dios...
Y en mis sueños parecía que la pobre, desde el cielo,
me decía que eras buena, que confiara siempre en vos.
Pero me jugaste sucio y, sediento de venganza...
mi cuchillo en un mal rato envainé en un corazón...
y, más tarde, ya sereno, muerta mi única esperanza,
unas lágrimas amargas las sequé en un bodegón.
Me encerraron muchos años en la sórdida gayola
y una tarde me libraron... pa' mi bien...o pa' mi mal...
Fui sin rumbo por las calles y rodé como una bola;
Por la gracia de un mendrugo, ¡cuantas veces hice cola!
las auroras me encontraron largo a largo en un umbral.
Hoy ya no me queda nada; ni un refugio...¡Estoy tan pobre!
Solamente vine a verte pa' dejarte mi perdón...
Te lo juro; estoy contento que la dicha a vos te sobre...
Voy a trabajar muy lejos...a juntar algunos cobres
pa' que no me falten flores cuando esté dentro 'el cajón.
Autor(es): Armando Tagini, Rafael Tuegols