Ave cantora
Junto a mi ventanal
no vengas a cantar
porque un perdido amor
me ha desolado.
Y si me ves sufrir,
no te acerques a mí,
porque me harás vivir
enamorado.
Cantorcita de mi vida,
cuánto te siento,
por tu dulzura,
mi pensamiento,
ensayando tus cantares,
vuelca a millares
sublimes notas, dulce amor.
Avecita cantora, el trinar
de tu voz que consuela penar
del amor que en mi poncho murió,
lo mismo que una flor
que lleva el vendaval.
Mi cariño fue aquella mujer
que en la vida cantó para mí
y en sus voces de arrullos oí
que alzaba su canción
lo mismo que el zorzal.
La dicha deshojé
con la profunda fe
que puse en el querer
de un grande anhelo.
Y nunca iba a pensar
que pudiera llorar
cuando la vi volar
como ave en el cielo.
Avecita encantadora,
aue entre las flores
como yo un día
busca amores.
Volando por los caminos
deja sus trinos
por si algún día pasa mi bien.
Si no quieres que mi corazón
se consuma de loca aflicción,
no te acerques a mi ventanal.
Porque ella aquí cantó
su ardiente juventud.
Y ya en pos de los años, se van
los suspiros que no llegarán
hasta donde un día ella se fue.
Y en mi corazón
las penas morirán.
Autor(es): Eugenio Cárdenas, Rafael Rossi