La violetera


La linda violetera
sus flores va ofreciendo...
Las bromas respondiendo
con gracia espiritual.
Y al serio y al alegre,
y al rico y al pobrete
le deja un ramillete
prendido en el ojal.
Las mesas del "Concierto",
ruidosas de alegría,
con bella mercancía
se acerca a perfumar
y en este reino loco
del vino y de la risa
serena se desliza
diciendo así al pasar:

¡Caballeros! Son mis flores
mascotitas de fortuna
y han de verlo en sus amores
si se quedan con alguna
de las que yo les ofrezco aquí...
¡Caballeros! Mis violetas
han brotado en los jardines
donde vagan los poetas
y adorables querubines
las cortaron para mi.

La linda violetera,
mezclada a la alegría,
disfraza su agonía
con lírico pregón...
Un día dio su alma
fragante cual sus flores
y fueron sus amores
pagados con traición.
Le queda del romance
la más preciosa herencia
la luz de su existencia:
Su nene... ¡Que es su Dios!
Por él y por sus dulces
ensueños que se han muerto,
de pronto en el "Concierto"
pregona así su voz:

¡Caballeros! Conmovido
desparramo el canastillo
y por ella yo les pido
que den vuelta los bolsillos
todos los que tengan corazón.
¡Caballeros! ¿Hay alguno
que no compre ni un ramito
al saber que cada uno
dará pan para un nenito
y a una madre protección?


Autor(es): Francisco García Jiménez, Anselmo Aieta