Congoja
Rompiendo una congoja
con un suspiro lerdo,
una esperanza muerdo
tal vez cansado de tanto odiar.
Y frente a tu recuerdo
que a mi destino te ata,
mi vida se desata
y este rencor me hace temblar.
¿Para qué te adoré si tu corazón
albergó para mi sólo compasión?
¿Para qué, decime, me finjiste
un amor que no sentiste?
¿Para qué, con qué fin te portaste así
si al final, tarde ya, tus mentiras vi?
¡No sabés cuanto rencor te guardo
pa' tu mal, dentro de mi!
Sangrando por la herida
que abriste en mi destino,
prosigo mi camino
sin rumbo fijo, muriéndome.
Mi pecho, mientras tanto,
una esperanza unida,
tal vez la misma vida
será tu juez, vengándome.
Autor(es): Luis Rubistein, Edgardo Donato