La bicicleta
Yo tengo una bicicleta
que costó 2.000 pesetas
y que corre más que un tren.
Por la tarde yo me monto,
y más ligero que un rayo,
voy a lucir este cuerpo
por la Avenida de Mayo.
A Palermo muy temprano,
los domingos suelo ir,
y se quedan embobados
muchos ciclistas que hay por ahí.
Las bicicletas
son muy bonitas
y las montan en pelo,
las señoritas;
por cierto que hay
mil discusiones,
porque han de llevar faldas
o pantalones.
Los sombreros a la moda,
que ahora llevan las señoras
son una barbaridad.
Tienen todos grandes cintas,
y luego la mar de lazos,
con plumas de pavo arriba
y plumas de pavo abajo.
Y al pobrete, que en un teatro
le toque detrás estar,
si quiere ver las funciones
una siestita se puede echar.
Porque hay sombreros,
de algunas damas,
con lechugas y coles,
troncos y ramas.
Y con jilgueros
y con canarios,
con palomas y loros
y campanarios.
En la época presente
no hay nada tan floreciente
como la electricidad.
El teléfono, el micrófono,
el tan sin rival fonógrafo,
el pampirulíntintófono,
y el nuevo cinematógrafo.
El biógrafo, el caustígrafo,
el pajalacaflunchincófono,
el chincatapunchincógrafo
y la asaúra hecha con arroz.
Todos estos nombres
y muchos más,
tienen los aparatos
de electricidad,
que han inventado
desde hace poco,
con idea que el mundo
se vuelva loco.
#i#Este tango fue difundido por Ángel Villoldo en nuestro país y registrado por él. Sin embargo no es una obra de su autoría.#/i#
Autor(es): Antonio Rodríguez Martínez