Prestame un zorzal

Andas en la lengua cadenciosa y única
que me nombra cosas que resguarda el tiempo,
dueño de los duendes del milagro dulce
que calmó pavores y explicó el portento.
Guardas en el seno hondo de la tierra
vida de tus muertes, fuerza de tu guerra;
la final victoria sobre el arcabuz
raíz de tu sombra que florece en luz.

Custodio trigueño
del bosque natal,
para que te cante
préstame un zorzal.

Vuelves en la magia de los plenilunios
en la historia leve que recuerda el ave,
fulges en el grito de soberbia roja
que entre el verde alzara tu ceibal de sangre.
Vuelves con el paso sordo del pombero
silbando en la flauta de los pajonales,
en el viento norte y el fragor de trueno
en el son de embrujo que el misterio tañe.