Pequeño tango nocturno

Tangos

Hondo y detenido,
pequeño tango nocturno.
Pequeño tango nocturno.
Meditando está el espectro
sus silbidos,
uno por uno, uno por uno,
uno por uno.

Zapato que perdió el par,
de mar en mar,
el bandoneón baja al puerto
con eco de molusco
que muere por recordar
el nombre de cada muerto.

Penar de ola sin sal,
sollozo negro de perro,
abrite, atril, que me urno
para penar y penar
y más penar y penar.
¡Toca, toca, tocá y tocá,
bandoneoncito reyuno!

Quebrate por mí, conmigo,
pequeño tango nocturno,
de puro querer estar
hecho un rayón sobre un muro,
coagulado en un aullido,
quebrate por mí, te pido,
de tanto estarte callado,
a mi lado, ante el sepulcro
del viejo amigo...

Solito en un cabaret de oro,
se queda Pichuco niño,
niño, niño.
Se queda Pichuco niño.

A llorar
el meteoro y el ciprés.
A llorar
por la penúltima vez.
A llorar
vos, él y yo, los tres juntos,
hasta hacernos plenilunio
de lágrimas, de bar en bar.

Después
de llorar, llorar,
pequeño tango nocturno.

Después
de llorar, ¡llorar!

Autor(es): Horacio Ferrer, Osvaldo Tarantino
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