A rienda suelta
Tangos
No te cabriés si ves que a rienda suelta
me ves volcar el codo a mi favor
y en la mitad del trecho darme vuelta
pa’ campanear mi efecto de rigor.
Quiero cruzar el disco bien entero
pa’ que después no puedas chamuyar
que yo perdí quizá por ser tanguero,
y que me sé muy bien acomodar...
El mistongo berretín que vos tenés
de pasar por mi bulín con tu bacán,
es un dique sin razón pues ya sabés
no me ha de hacer achicar ningún Julián.
Y si un día quien te engrupe
te da el opio sin sentir
no sé... pero palpito
que te has de arrepentir.
A perdonar mujer yo me adelanto
porque ya sé cual ha de ser tu fin
y derramar sabrás amargo llanto,
al recordar la ausencia del bulín.
Y sufrirás las mismas desventuras
que sentirán tus viejos al probar
el amargor fatal de tus locuras
y el desamor ganado en tu rodar...
Yo no quiero que pensés que soy capaz
de hacer daño porque sí, menos a vos,
(porque al fin lo que pasó no vuelve más
fue sólo una ilusión entre los dos).
Quién nos dice que mañana
de pura casualidad
nos vayamos buscando
en nuestra soledad...
Autor(es): Ángel Marino, Esteban González
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