Reencuentro

Un salón de baile en Palermo Viejo,
dormido en silencio y olor a humedad,
su estado me cuenta del paso del tiempo,
y con mis recuerdos me pongo a llorar.

Mis pies reconocen las viejas baldosas,
que con las milongas supimos marcar
y escucho el acorde de las antiguas notas,
que se han negado a dejar el lugar.

Enciendo las luces, desde mi memoria,
y un alma misteriosa me invita a bailar,
del polvo que inunda el viejo escenario
la orquesta de entonces comienza a tocar.

«Me han dicho Mireya, algunos muchachos,
que, hace unas horas, te vieron partir,
que, al eterno cielo, te le has negado,
porque aun prefieres ser parte de aquí».

«Si buscas afuera tu alegre pasado,
la huella del tiempo sólo hallarás,
cerremos los ojos, sigamos bailando,
que el cielo, otro tango, nos puede esperar».