Un gallego
Tangos
América fue la tierra qu'él
soñó conquistar con su labor...
Y un día de otoño
en Buenos Aires desembarcó.
El rubio metal, bella ilusión,
llenaba de fe todo su ser.
Lo vieron pasar, rumbo al taller,
la lluvia invernal... el día de sol.
Los ojazos de una criolla,
que con frecuencia le vieron,
en el gaita produjeron
la llama de la pasión.
Y un puro amor
nació con gran frenesí;
pero ese noble cariño
no borró nunca el recuerdo
de sus auroras de niño
y más de un día le oí,
con mucho amor,
cantar así:
Terruño que quedó
detrás del ancho mar,
ansío contemplar
tu suelo encantador.
Pero aquí soy tan feliz...
el ancla echada está,
mi vida se alza aquí...
Cuando al paso lento voy,
cruzando la ciudad,
me gusta recordar
la alborada de mi amor
y lloro de mi emoción
y de felicidad.
Farruco que ayer llegaste aquí,
buscando fortuna, sin tardar,
vos fuiste romántico
y no supiste ahorrar jamás.
A vos no te importa pobre ser,
que gran capital tenés de amor;
un hijo argentino Dios te dio
de raza viril... en criolla mujer.
Autor(es): Armando Tagini, H. Fréderic
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