Sorbos amargos

Tangos

¡Viejo!
Si tú supieras cuántas noches
desde mi lecho contemplo
la puerta por donde salió.
Aquella tarde,
que amorosa y con un beso
para un mentido paseo
con un adiós se marchó...
¡Nunca!,
recuerdo haber sufrido tanto
como esa noche que, en vano,
mi corazón la esperó,
tú que me viste acariciarla,
viejo amigo, ya sabrás lo que he sufrido yo.

Cada cosa es un recuerdo,
cada recuerdo un sollozo,
tanto cariño le tengo
que hasta en mis venas está.
Si pudiera llorar sangre
habría de abrirme cien ojos,
para sacarme esta pena
que consumiéndome va.
Cuántas auroras me vieron
con la muerte en el semblante
la esperanza en las pupilas
y en los labios murmurar
una palabra de amor
¡que me arrancara el dolor de recordar.

¡Cuándo!,
retorne por aquella puerta
que tal vez ha de ser nunca
ha de volver mi corazón, a sentir ansia
de gozar en esta vida
Los placeres que ella brinda
cuando se ama con pasión.
¡Sueño!,
con imposibles realidades,
viejo amigo, y es pesada
esta mi cruz de sinsabor,
que nunca sepa mi buena madre
que la vida me brindó
caricias de dolor.

Autor(es): Agustín Irusta, Lucio Demare
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