Vieja parra
Tangos
Mi viejo la plantó y era la sombra
que vino con las tardes de la infancia.
La parra se quedó, pero mi viejo
se fue para otra sombra y otra casa.
La vi desnuda y gris en el invierno,
la vi borracha y verde en el verano.
El aire le guardaba entre las hojas
los trinos gardelianos del canario.
El tiempo se hizo adiós en sus racimos.
La mesa con el hule está muy sola.
El perro que ladraba por el patio
ya duerme en un sillón de la memoria.
La vida se le fue sin darse cuenta
por culpa de las uvas y del viento.
¡Qué triste fue mirarla esta mañana,
sentir que, de tan vieja, ya es recuerdo!
Hoy muestra en las arrugas de su tronco
gorriones que volaron a otros puertos.
La noche se le acerca y le comenta
lo duro que es vivir con el silencio.
La vi charlar, de paso, con los gatos.
La vi guardar retoños en su pecho.
Las nubes la mojaron con su llanto
y el vino de su vientre fue un misterio.
Autor(es): Roberto Díaz, Rubén Nazer
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