Humillación

Tangos

Yo no sabía del amor que se arrodilla,
balbuceando ruegos, manso de altiveces.
Fue de ese modo, con flaquezas que aún me humillan,
como en mi delirio, te llegué a querer.

Hoy que despierto frente a tu liviana pasión
en mi conciencia que sintió de lleno el rigor,
brota a despecho de este amor que me envilece,
el grito rebelde de mi humillación.

Odio este amor, que me humilló a tus antojos,
odio este amor, que me enseñó a suplicar.
Ansia torpe que me arrodilló
bajo el yugo de tu pretensión,
odio este amor que al doblegar mi entereza,
me rebajó, a mendigar tu calor.

No te reprocho si tu amor que fue inconstante,
puso en mi existencia, sombras de abandono;
ni tienes culpa si maldigo a cada instante,
lo que fue flaqueza de mi corazón.

Mía es la culpa por haber rodado a tus pies,
y es mi castigo condenar mi propia pasión,
frente al reproche de mi orgullo lastimado,
que no se consuela de su humillación.

Autor(es): Carlos Bahr, Rodolfo Biagi
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