Buenos Aires, buenos vientos

Tangos

Días de piedra, noches de fuego
tejen la historia de esta ciudad,
y cada olla cocina un sueño
que ningún dueño puede callar.

Todo la nombra, viaja en el viento,
ya no son aires, que bien por mal.
Cabezaduras empecinados
por las esquinas amasan pan...

Como una ofrenda de amor y guerra,
mate y fideos, rosas y vino.
Ya no queremos migajas secas,
somos nosotros el propio abrigo.

Somos impares de las estrellas
si a las mentiras hay que mentir.
Si la baraja se da de vuelta,
y es primavera justo en abril,

como una terca gota de savia
se aferra el alma a un amanecer,
curando espantos, penas y olvido,
de la basura vuelve a nacer.

Como una ofrenda de amor y guerra,
mate y fideos, rosas y vino.
Ya no queremos migajas secas,
somos nosotros el propio abrigo.

Somos nosotros, porque nos quedan
todos los duendes y todo el río,
que desafiamos el desaliento,
y que alentamos el desafío.

Autor(es): Marcela Bublik, Carlos Olano
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