Alma gaucha
Tangos
Campea por la pampa un viejo payador
cual alma solitaria cantando su dolor,
apartado de todos, transigue el gaucho rudo
sobre un matungo flaco, pegado al rigor.
Según cuenta la gente que tuvo su esplendor
y era en esos pagos cantando un ruiseñor
y en las grandes payadas de aquellas pulperías
Lucero amanecía salvando su honor.
Y en todos los fogones, fue siempre animador,
por eso que ganaba así la admiración
de las chinitas, que su amor
vivieron disputando con sumo fervor.
Y en esas correrías, un corazón ganó,
que fue la flor del pago, que nadie conquistó
pero esta enloqueció por el
cantor, que la supo vencer.
Luego los dos alzaron un nido de pasión
en medio de la pampa, al lado de un ombú,
allá donde el pampero y el sol resplandeciente
acariciaban siempre su rancho en la luz.
Así ganaron campos, juntitos los dos,
y pronto una riqueza supieron amasar
y así pasaron años, hasta llegar a viejos,
en medio de un reflejo, de dicha y de paz.
Pero hoy, Lucero quedó
solitario en su dolor
la prenda se le murió
y todo lo echó a perder.
Por eso lo ven, muy triste pasar
sobre su alazán viejo como él
alma gaucha leal
que el tiempo arrumbó, en la soledad
de su corazón fiel.
Autor(es): José Fernández, Pedro Datta
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