Santa milonguita

Tangos

Santa milonguita...
tenía los ojos,
tan grandes y claros,
que hacían suspirar...
Sus labios pecaban,
de breves y rojos,
y era su mirada,
color verde mar.
Ella que fue siempre,
festín y alegría,
que en juego de copas,
se hartó de champán...
Tuvo un bello arranque,
de sensiblería,
y quiso ser buena,
buena como el pan...

Redimida...
por la pasión de un nuevo dueño,
mirando el cielo de su vida,
encontró más encendida,
la estrellita de sueños...
Pero un día...
cuando el amor más los ataba,
golpeó a sus puertas rudamente,
la miseria y... crudamente,
del amor la separó.

Santa Milonguita,
bandeada de pena,
por ley del arroyo,
volvió al cabaret...
No tuvo la suerte,
de la Magdalena,
que con cuatro llantos
volvió a ser mujer.
Todas las amigas,
la historia escuchaban,
de aquella muchacha,
que quiso soñar...
Y al final del cuento,
vieron que lloraban,
sus ojos aquellos,
color verde mar.

Autor(es): Enrique Cadícamo, Enrique Delfino
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