A la gran muñeca
Tangos
Yo te he visto pasar por la acera
con un gesto de desolación
y al cruzar no miraste siquiera,
que entendía tu desilusión.
Te ha dejado, lo sé, la malvada
y al calor de otros ojos se va;
ya lo ves cómo no queda nada
de ese amor que matándote está.
Volvé, jamás otras manos
cual las de tu mujercita
harán por la tardecita
los mates que cebo yo.
Que en su espuma te contaba
que además de su dulzura
allí estaba la ternura
de aquella que lo cebó.
Y por mucho que te quieran
siempre serán artificios,
nadie hará los sacrificios
que hizo por vos tu mujer.
En mis noches de vigilia
acongojada no duermo
sabiendo que estás enfermo
sin poderte socorrer.
Allá en la noche callada
te veo triste y burlado
por aquella que ha llevado
mi vida y mi corazón.
Volvé que aquí has de olvidarla,
mi pecho siempre te espera,
ya sabrá tu compañera
cicatrizar tu pasión.
Autor(es): Miguel Osés, Jesús Ventura
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